Alambiques de cobre para aceites esenciales, licores, aguardientes y orujos

Un alambique es un instrumento metálico destinado a la destilación de aceites esenciales, hidrolatos, licores y aguardientes por un proceso de tres fases:
1) Evaporación de las sustancias volátiles conforme aumente la temperatura cuando estas alcanzan su punto de ebullición
2) Separación de las mismas de la mezcla original.
3) Condensación por la bajada de la temperatura pasando al estado líquido en el enfriador.
Se fabrican generalmente en metales como el cobre y el acero inoxidable. Nunca con plomo o aluminio, por su toxicidad y
Los alambiques de cobre tradicionales (los de color dorado) suelen ser los que nos vienen a la memoria cuando se menciona la palabra alambique. Su fabricación es artesanal y consistente en martillear una chapa de cobre para darle la forma deseada a cada una de las piezas.

Los alambiques pueden tener un uso totalmente funcional si se emplean en la producción de licores, orujos y aguardientes o en la obtención de aceites esenciales e hidrolatos destinados a la cocina o a la aromaterapia. Mediante u proceso de evaporación-condensación se consigue separar la parte deseada de los componentes de una mezcla.
Sin embargo, cada vez son más empleados como elementos decorativos u ornamentales. Es un regalo que bien podríamos encontrar en la sección de antigüedades. Su visión evoca recuerdos de aquellas épocas en las que los procesos artesanales requerían cuidado y paciencia.

Las diferentes partes de que puede constar un alambique de cobre son las siguientes:
Depósito, caldera o pota. Es donde se coloca el agua o la mezcla de sustancias a separar. Cuando se aplica calor a su base y la temperatura en su interior empieza a aumentar, las sustancias volátiles (los aceites esenciales y el vapor de agua) salen por la parte superior.
Rejilla para extracción. Se coloca dentro del depósito, en el fondo, y tiene la misión de evitar que la materia sólida vaya al fondo del depósito y se caliente demasiado o se queme por el contacto con el calor intenso.
Columna. Algunos alambiques prescinden de este elemento. Se coloca entre el depósito y la capucha. En ella se coloca la materia vegetal (plantas aromáticas, hojas, hierbas o pieles de frutos) de la cual se quieren extraer los aceites esenciales cuando no se quiere que estén en contacto directo con el agua de la caldera. Un rectificador en la base (rejilla agujereada) permite un rectificado del vapor antes de que atraviese la columna.
Capucha. A través de ella se separan los vapores provenientes de la columna o la caldera y se hacen pasar al tubo de cuello de cisne.
Termómetro. Otro elemento opcional pero muy útil, sobre todo en la obtención de licores y orujos. Suele colocarse en la capucha y permite saber cuál es la temperatura de los vapores que salen del depósito o de la columna por la capucha. Dada la toxicidad del primer alcohol que se evapora, el metanol (por tener menor punto de ebullición que el etanol), es importante desechar el destilado hasta que la temperatura del termómetro no suba por encima de los 64,7ºC (punto de ebullición del metanol) y alcance el punto de ebullición del etanol (78,37ºC).
Rectificador o rectificadora. Ayuda a mejorar la separación de los compuestos que se evaporan por la repetición de la evaporación y condensación que se produce en el interior de esta pieza. Es una parte opcional.
Tubo de cuello de cisne o trompa de elefante. Conduce las sustancias en estado gaseoso a la parte dedicada a enfriarlas para lograr que condensen. Se llama así por su forma curva que recuerda al cuello de un cisne o a la trompa de un elefante.
Serpentín. Consiste en un tubo con forma de espiral por el que circulan los vapores. Su objetivo es tener una gran superficie que favorezca el intercambio de calor entre el agua fría del exterior y los gases que lo atraviesan de forma que se produzca la condensación.
Bidón o depósito enfriador. Con forma cilíndrica, sirve para contener el agua fría (o agua con hielo) que rodea al serpentín con objeto de reducir su temperatura. Generalmente incorporan un sistema que permita hacer circular el agua (con una entrada y una salida) para que la temperatura del baño termostático no se eleve demasiado. Con un orificio de entrada y otro de salida se puede controlar la entrada de agua por la parte inferior y la salida por la superior simplemente abriendo o cerrando el grifo o la llave de paso.
Colector. Es la parte final de este instrumento de destilación. Por él se recogen los efluyentes una vez condensados: licores de frutas, orujos, aguardientes, aceites esenciales, perfumes…

Es algo que sucede con el uso y el paso del tiempo, pero tiene solución. Si observas que la superficie del cobre va perdiendo su brillo dorado característico y cambia a un marrón apagado, suele deberse a la acumulación de suciedad en su superficie y/o a la oxidación del cobre.
Puedes someterlo a estos dos tratamientos de limpieza de cobre:
1) Con «aguafuerte» o «salfumán». El principal componente de esta solución es el ácido clorhídrico, que ataca y disuelve la suciedad y el óxido, pero no al cobre. Toma las medidas de protección adecuadas antes de realizarlo: protégete las manos y realiza el proceso de limpieza en un lugar aireado (los vapores de este producto son muy fuertes).
Primero limpia bien la superficie del alambique de cobre. Después rocíala con este producto y cuando haya recuperado su color original enjuágalo con agua abundante.
2) Con una mezcla de harina de maíz, vinagre y sal. Este segundo método es menos arriesgado. Mezcla bien los componentes de esta mezcla y aplícalos sobre la superficie con un cepillo suave. Deja que actúe hasta que veas que recupera el color dorado del bronce, retira la pasta y enjuágalo con agua abundante.

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El proceso de fabricación de los alambiques de cobre lo realizan de forma artesanal por orfebres. A base de martillear finas planchas de cobre consiguen darle la forma deseada al depósito, la capucha y el bidón. Posteriormente se realiza la soldadura con latón o estaño del resto de partes, tubos de cobre y juntas, así como de los ornamentos (remaches o asas). Es importante que las uniones estén bien soldadas para evitar fugas de los gases.

Dependiendo del tamaño y las medidas del mismo, la capacidad puede variar desde un litro (destinados a la elaboración casera de licores o la separación de aceites esenciales en pequeña escala) hasta los 100 litros (uso industrial).
La capacidad de un alambique hace referencia al volumen que puede contener el depósito (pota o caldera).

Existen alambiques de cobre de distintos tipos:
– De pera con vaso y serpentín (con y sin serpentín, con y sin vaso)
– Inglés (con o sin rectificadora, con o sin serpentín
– Sistema francés o Charentais
También pueden tener o no asas, soporte o salida total (sobre todo los más grandes para su vaciado por la parte inferior de la caldera) e incluso un sistema de volteo de caldera.

La historia del alambique se remonta a la edad media. La alquimia y los alquimistas que buscaban la transformación de metales en oro fueron asentando las bases de la ciencia y la química moderna.
La palabra alambique proviene del término árabe al-ambiq que a su vez proviene de la palabra griega ambicos (que significa vaso).
Como muchos otros avances tecnológicos, el origen del alambique se lo debemos a la cultura árabe.
La mejora que introdujeron en los alambiques respecto a sus predecesoras, las alquitaras, los convierten en el instrumento de destilación más habitual. Al separar las fases de evaporación y condensación en dos partes diferenciadas del sistema, se consigue un mayor control y rendimiento del proceso.

Consiste en una evolución del tradicional alambique de cobre con la qu se consigue la estanqueidad del alambique sin necesidad de utilizar ningún tipo de masilla en la junta de las piezas. El sellado se produce al colocar la tapa sobre un canal que contiene agua.

Si en vez de comprar un alambique de cobre o de acero inoxidable eres un manitas y dispones de las herramientas adecuadas, puedes optar por fabricar uno de forma artesanal en casa.
El depósito puede sustituirse por una olla express u olla a presión.
Las conducciones se pueden realizar con tubo de cobre teniendo cuidado de que las juntas queden bien selladas.
El serpentín se puede lograr enrollando el tubo de cobre alrededor de algún cilindro, por ejemplo un extintor.
El depósito enfriador puede ser un cubo o algún otro recipiente donde quepa el serpentín. Puede ser de plástico, pero os recomendamos que sea metálico, para evitar que la elevada temperatura que pueden alcanzar las partes metálicas afecten a las piezas plásticas.